jueves, 27 de julio de 2023

Perdida.

Cinco años han pasado desde la última vez que decidí compartir con vosotros un trocito de mi corazón. Todavía no sé si estoy lista para volver a escribir a menudo... todavía intento entender por qué no quiere visitarme la inspiración.

Siempre he sido de las que quieren tenerlo todo bajo control. 

De esas a las que no les suele gustar improvisar, de las que viajan con la maleta llena de "por si acasos", de las que no saben como gestionar los imprevistos y tiene planificado cada mínimo detalle de su vida, presente y futura. 

Un día te levantas y te das cuenta de que todos los cimientos de tu vida, perfectamente planeada, empiezan a desmoronarse. Las grietas son más latentes y el techo empieza a hacer aguas. Nada, absolutamente nada, parece tener sentido para ti, todo deja de ser como pensabas. Tu vida no te hace feliz. El futuro que siempre pensaste que te haría sentir satisfecha, de pronto deja de ser así. 

¿Quién soy? 

¿Hacia dónde quiero ir? 

¿Cuál es el rumbo que quiero que tome mi vida?

¿Cuál es el que debo tomar?

¿Por qué me siento tan incompleta?

A veces, por mucho que queramos que las cosas sean de una manera, la vida nos tiene preparada otra cosa... y quizá fue el destino el que quiso que un día me diera cuenta de que el rumbo que estaba tomando mi vida no iba a ser el que me hiciera feliz. 

Pero qué difícil es darte de bruces con la cruda realidad. Qué duro es sentir que no eres suficiente, que tu esfuerzo no solo no es recompensado ni reconocido, sino que no sirve para nada. 

Un día te levantas y sientes que necesitas un cambio de vida radical, y es en ese momento cuando empiezas a sentirte perdida. 

Perdida porque lo que empezó como un sueño, acabó siendo una pesadilla.

Perdida porque sabes que ese ya no es tu sitio. Perdida porque has de renunciar a tu vida, perfectamente planeada, para dar un salto a una piscina, en la que no sabes si habrá agua o no. Has de renunciar a tu "estabilidad" si es que se le puede llamar así. Has de renunciar a tantas cosas que en tu cabeza iban a ser definitivas, que ya no sabes qué será de ti ni de tu futuro.

Un día me levanté perdida, pero al poco tiempo supe que necesitaba perderme para volver a encontrarme.

Ahora sé hacia dónde quiero ir, y cuál es mi lugar. Sé el rumbo que quiero que tome mi vida, y aunque el camino pueda ser duro, inestable e incierto, ahora tengo claro que no debo permanecer donde no me dejen florecer.