jueves, 3 de septiembre de 2015

Freedom.

Y de repente pasa.
Pasa que quieres retroceder en el tiempo o simplemente pararlo para permanecer en el sitio en el que estás, pasa que empiezas a cuestionarlo todo, que empiezas a responder a tus propias preguntas que hace un tiempo no tenían respuesta. Pasa que comienzas a dudar de los demás, de ti misma, que dejas de creer en la magia, en lo imposible... y te vienen a la mente preguntas nuevas sin contestar.
Tienes otras preocupaciones, otros objetivos y nuevas metas, y entonces llegan las ganas y las ansias de volar, de experimentar, de cometer errores, de hacer locuras, (porque a veces se necesita hacerlas para sentirse viva), ansias de libertad, de vivir sin reglas, de querer comerte el mundo sin que nadie te lo impida; Empiezan a estropearte los planes de libertad y te revelas, una y otra vez, sin obtener nada más que el imponerte a ti y a tus ideas. Empiezas a pensar un poco más en ti misma, de manera diferente. Pasa que nada a tu alrededor es como quieres que sea, que todo lo que anhelas lo ves cada día más lejos, que ya no existen los finales felices, que ya nada está en el lugar que le corresponde.
Pasa que creces, y es entonces cuando todo cambia de verdad y nada es como era antes: entras en un clima nublado constante, en el que ya no sabes si hoy lloverá, o saldrá el sol y te sorprenderá. Ellos lo llaman adolescencia, yo lo llamo frustración.
Pasa que tus sueños se mezclan con la realidad de manera homogénea y se van evaporando perdiéndose en un aire que cada vez es más denso. Pasa que no quieres más barreras, y te frustras al ver que por mucho que lo quieras, que lo intentes, que lo anheles, no desaparecen.


miércoles, 2 de septiembre de 2015

Dreams vs real life

(Leelo con esta canción... https://www.youtube.com/watch?v=NG2zyeVRcbs )

Te sientes triste, estás cansada, te duele la cabeza y ni siquiera los amigos que más quieres que te animen consiguen hacerlo. Miras tu imagen en la pantalla del portátil, tienes el Skype abierto y estás hablando con ellos, los miras en sus pequeñas pantallas ajena a lo que están diciendo y te alejas hasta la cama cerrando los ojos. No tienes ganas de hablar, no te salen las palabras, tus problemas se han agrupado en tu mente y apenas te dejan pensar con claridad. Te vuelves a acercar a la silla del escritorio y al portátil y les dices que vas a colgar la llamada con la excusa de que "no te encuentras bien". Los observas mirarte a través de sus pantallas con rostros indescifrables y te despides esbozando una triste sonrisa. Cuelgas y enciendes el Spotify. Le das al play a tu lista de canciones y cierras los ojos tumbada en la cama boca abajo, a la quinta canción empiezas a notar el cansancio y la tristeza golpeándote más fuerte y empieza a sonar "The Climb" de Miley Cyrus, una canción preciosa que te hace trasladarte a otro lugar en cuanto te quedas dormida, el lugar y el tiempo en el que te encantaría estar eternamente, el que añoras con tanta intensidad que duele.
Es de noche, estás a las afueras de un pueblo, en medio de un campo, llevas un vestido blanco veraniego que te llega un poco por encima de las rodillas. La luna llena brilla con una luz más brillante e intensa que muchas otras veces, parece mágica. Fijas la vista a lo lejos para observar que no estás en las afueras de cualquier sitio, son las afueras de tu pueblo, que estás viendo en la lejanía con las luces de las farolas de la calle encendidas. Sonríes y se te iluminan las pupilas. Avanzas cada vez más rápido hasta que llegas al final de una colina y frunces el ceño para poner más atención a las figuras de un grupo de personas que te está saludando gritando tu nombre con frenesí. Tampoco son un grupo cualquiera, son tu grupo, tus amigos. Notas la adrenalina subir por todo tu cuerpo y sonríes cuando distingues sus rostros; tu primo está en medio haciéndote gestos para que te acerques mientras esboza la sonrisa más sincera que has visto en tu vida y te grita "Prima, ¡ven!", inclinas ligeramente la cabeza y lo miras con ternura, a su izquierda, los chicos del grupo te hacen el mismo gesto saludándote con la mano, y a su derecha, tus amigas se abrazan y gritan eufóricas sonriendo en tu dirección. Es una imagen tan conmovedora que no puedes evitar que te caiga una lágrima. Empieza a llover con fuerza, pero eso no hace que os detengáis ni que os mováis. Te secas la cara con las manos y vuelves a poner atención en tus amigos, arqueas las cejas cuando le ves salir de detrás de tu primo y te encuentras con sus ojos, que te miran con dulzura y añoranza, te tapas la boca con las manos para ahogar un grito y empiezas a correr hasta él. Le observas dar un par de pasos hacia ti abriendo los brazos con una sonrisa de oreja a oreja y las mejillas coloradas de la emoción. Cuando estáis a escasos centímetros, sin pensártelo das un salto y le rodeas con los brazos, quedándote con las piernas alrededor de su cintura. Le abrazas con fuerza y lloras. Lloras de felicidad plena. Sientes mariposas en el estómago. Tus amigos están ahí, contigo. Él está ahí, entre tus brazos. Tú estás ahí, con ellos. Pocas sensaciones se igualan a eso. Él te abraza aún más fuerte si cabe y le besas en los labios como si hubieran pasado años desde la última vez que lo viste. Te baja al suelo y en cuanto lo hace te lanzas sobre los brazos de tu primo, que sigue sin perder la sonrisa y te besa en la mejilla diciéndote lo mucho que te ha echado de menos. Lo abrazas fuerte deseando que aquello jamás termine, abrazas también a tus amigos y después las chicas y tú os unís en un abrazo grupal lleno de lágrimas y emociones. Sobran las palabras.
Finalmente te acercas hasta él y pasa su brazo alrededor de tu cuello, los miras uno por uno a todos todavía con lágrimas en las mejillas, sonriendo de oreja a oreja y os fundís en uno de los abrazos con más sentimientos que jamás habías sentido. Un abrazo de esos que hacen que los problemas desaparezcan y nada más importe. Sólo ellos y tú. Tus amigos, tu segunda familia.
La canción de "The Climb" se va apagando cuando abres los ojos y te encuentras a ti misma en la cama, te llevas las manos a la cara y sientes que tus mejillas están húmedas al igual que tus ojos. De pronto, todo parece tan real y ficticio a la vez que te estremeces y te abrazas con tristeza.
Todo ha sido un sueño.
Tus amigas no están aquí.
Tus amigos tampoco.
Tu primo tampoco, y él, tampoco está aquí.
Entonces te das cuenta de que la vida real es mucho más extraña que tus sueños.