jueves, 4 de agosto de 2016

Mi yo sin ti.

Hoy voy a hablarte de mí. De mi yo sin ti. De mí cuando no estás. Cuando te vas. Cuando no me despiertan tus besos ni siento el calor de tus abrazos.
Hoy quiero que sepas quién soy cuando no estás conmigo, quiero que sepas cómo mi corazón se fragmenta en miles de trozos esperando que vuelvas a repararlo pero nunca llegas y eso sólo lo destruye más. Hoy quiero que conozcas a la persona que soy desde que te fuiste. La persona que perdió la ilusión por todo. La persona que dejó de confiar en los demás. La persona que dejó de esperar nada de nadie y mucho menos de ti. La persona que siempre echará de menos quién era cuando estaba contigo. Ha pasado un escaso mes pero ya casi no queda nada de ella.
Ahora camina mirando a sus pies, con el ceño fruncido y la mirada perdida con la mente llena de pensamientos que la torturan a diario. Ya no cree en nada, ya no necesita a nadie, solo a sí misma. Ya no sonríe al levantarse mirando el móvil esperando leer tus buenos días, ahora simplemente se levanta y piensa que quiere que llegue la noche para seguir durmiendo, si es que consigue pegar ojo alguna noche. Sus sueños se han convertido en pesadillas, y ni los buenos la hacen levantarse sonriendo porque la vida real es su verdadera pesadilla a día de hoy.
Sigues siendo lo primero en lo que piensa al levantarse y al acostarse, eso no cambiará hasta dentro de mucho tiempo. Sigues siendo el único por el que ella haría cualquier cosa, el único por el que lo volvería a intentar infinitas veces hasta morir, eres la única piedra con la que le encanta chocar, la única persona capaz de romperla y volver a unirla sin necesidad de pegamento, el único capaz de hacerla sonreír aunque ella no quiera. Eso no cambiará aunque quiera, siempre podrá más el sentimiento de no te vayas.
Ojalá pudiera decirte por qué te quiere pero no puede porque ni ella misma lo sabe, o sí lo sabe pero es demasiado largo de explicar. Ojalá pudiera decirte que desde que te fuiste nada es igual en su vida, que ya no sonríe apenas, que ya no le brillan los ojos cuando habla de algo que la emociona porque ya nada la emociona, que apenas come y que lo de dormir por las noches se ha convertido en todo un reto para ella. Ojalá pudiera decirte lo que siente cuando la miras pero no la besas, cuando te tumbas a su lado espalda con espalda y no pecho contra pecho, cuando le sonríes pero no le dices lo que sientes, cuando la abrazas pero no te arriesgas. Ojalá pudiera decirte con qué intensidad siente que le oprimen el pecho a diario, ojalá pudiera decirte que se hace heridas en los labios de mordérselos para no besarte. Y tantos ojalás que ya no tienen sentido, porque te has ido y supuestamente nunca volverás. Supuestamente nuestra historia ha llegado a su fin, pero sin embargo, yo todavía tengo la sensación de que nos falta la mitad del libro por escribir, que nunca existirá un adiós definitivo entre los dos. Que estamos destinados a estar juntos y también siento que algún día el destino me dará la razón y así como hoy me separa de ti, en un futuro volverá a ponerte en mi vida y quizá ese futuro sea el que nos merecemos. El futuro por el que tanto luché para vivirlo contigo, aparentemente en vano.
Ojalá pudieras ver como se rompe por las noches cuando se siente sola, ojalá pudieras mirar lo que esconde su sonrisa de día y lo que hay en sus pensamientos diarios.
Ojalá estuvieras aquí y ojalá te quedaras, amor.