sábado, 25 de marzo de 2017

Una historia sin final feliz.

Y sin esperarlo llega otra persona, un segundo candidato a romperte el corazón, la única persona que después de tantos meses consigue hacer que te olvides de todo, y joder, qué bien sienta que alguien haga desaparecer tu dolor, que alguien te haga olvidarte del ruido.
Y qué bonito es poder perderme en sus ojos claros como pensé que nunca podría volver a perderme en otros que no fueran esos color café. Me hacía sonreír. Y en aquel momento era lo único que pedía. Alguien que me sacara del agujero aunque solo fuera por un instante, alguien capaz de reconstruir mis ruinas, las ruinas que dejaste, y así lo hizo, y lo mejor es que lo hizo sin darse cuenta, sin saberlo, sin pedir nada a cambio, sin hacerme daño.
Tuve miedo. Tuve miedo de dejarle entrar cuando mi pasado todavía no había salido. Tuve miedo de dejarle entrar y que no saliera bien.
Entonces me di cuenta de que la chica que lo arriesgaba todo para ganar ahora tenía miedo a arriesgar. Me di cuenta de que me había convertido en todo aquello que una vez odié y lo peor es que no me importó. Lo acepté y seguí adaptándome a esta nueva yo a pesar de que nadie parecía estar del todo conforme con ella.
Intenté evitar que entrara y me gusta pensar que por un corto período de tiempo lo conseguí, sin embargo, acabó entrando, librándose una batalla dentro de mí entre mi pasado, al que tanto anhelaba, y mi futuro, al que tanto ansiaba.
Poco después te diste cuenta de que no era una batalla porque ninguno de los dos estaba compitiendo y eso también dolía mucho. Estabas sola en la lucha. Una lucha contra la realidad y sobretodo una lucha contigo misma.
Asumiste a los meses que debías dejar ir a tu pasado y aquello te costó y te dolió mucho más de lo que habían dolido los meses anteriores, a pesar de que todos te decían que era lo mejor, te estabas consumiendo. Finalmente le dejaste ir.
Aparentemente tu mente le soltó pero tu corazón todavía lo echa de menos. Tu corazón todavía sufre cuando le ve con otra, cuando ve que hace su vida sin ti. Cuando siente que no puede hacer nada porque ya se ha ido, ya no te necesita, porque ya no te quiere aunque una vez pensaste que nunca dejaría de hacerlo, así como tú nunca dejarás de quererle a él.
Sabías que no le olvidarías jamás pero también sabías que igual que él hacía su vida tú también debías hacer la tuya y así lo hiciste. O lo intentaste. Te lanzaste al vacío con tu futuro y las puertas se volvieron a cerrar de golpe con llave. Ya no quedaba nada, tu pasado se había ido, tu futuro no quería que formaras parte de él como tú querías y tu presente era una mierda.
En resumidas cuentas, ya prácticamente nada te hace ilusión y sabes que es más culpa tuya que de nadie, estás enamorada de tu pasado que ya ni siquiera te tiene presente y sientes y quieres a tu futuro, pero él no quiere que formes parte de él. Tu vida académica te está consumiendo y nada está como quieres que esté.
Así que aquí estamos, una lucha contra el mundo que a su vez es una batalla contra ti misma, eres tan autodestructiva que has pensado en alejarte de todos por un tiempo para no dañarlos, porque sabes que eres como un huracán que arrasa con todo a su paso, porque sabes que ya les has hecho daño otras veces y que aunque ellos cometieran errores contigo en el pasado, no se lo merecen.
La única persona que podía salvarte es la misma que te dejó caer y la única que ahora puede sacarte, no lo va a hacer.
Y tú ya no eres tú, y ya no sabes cómo volver a serlo.



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